Las dos Coreas, ¿del odio al amor?
El deporte demuestra,
otra vez, que aporta más a la paz que a la guerra.
No estaba en los
cálculos de nadie, pero es un hecho: ya no lloverán sobre el cielo de Corea del
Sur misiles lanzados desde su vecina del Norte, sino fuegos artificiales de
reconciliación, lo cual demuestra una vez más que las olimpiadas y el deporte
aportan más a la paz que a la guerra. Ambas coreas dejan de lado, de nuevo, sus
diferencias, que las hay políticamente como entre el agua y el aceite, para
desfilar bajo una bandera común en la apertura de los Juegos Olímpicos de
Invierno que inician el 9 de febrero en el condado surcoreano de PyeongChang.
La noticia sorprendió a
todos porque hasta hace poco el mundo cruzaba los dedos para que no se desatara
un ataque nuclear sobre el sur de la Península con la inmediata reacción del
botón de la Casa Blanca, que ya había advertido que Trump estaba listo para
atacar. Ese encuentro de los voceros de cada país no se daba desde el 2015 y le
envió un mensaje de tranquilidad al resto del mundo.
Esta es una nueva
oportunidad que se dan los coreanos. Ya lo habían hecho en los Juegos de
Invierno en Turín en 2006, y antes en los Juegos de Verano de Sídney del año
2000 y Atenas 2004 así como en ping–pong y fútbol. Además, acordaron ir con una
selección conjunta de hockey femenino sobre hielo, y realizar entrenamientos de
esquí en una estación norcoreana. Pero la idea es ir más allá de lo deportivo y
restablecerán la abandonada línea telefónica militar, un diálogo más fluido
entre sus fuerzas armadas y algo humanitario muy importante: retomar los
reencuentros temporales de familias separadas por la guerra, a petición del
gobierno de Corea del Sur.
Dejan atrás una década
marcada por relaciones hostiles debido sobre todo al avance del programa
nuclear de Pyionyang que le metió tensión a la península.
¿Cómo se da este giro
en las relaciones de dos países que fueron a la guerra en 1953, que nunca
firmaron un acuerdo de paz y que de manera constante viven en conflicto? Hay
varias claves que lo explicarían. Un primer paso se dio con el mensaje de nuevo
año del líder norcoreano Kim Jong-un de bajarle tensión al ambiente, pero
además el actual gobierno de Corea del Sur, el llamado Casa Azul, ha mostrado
una actitud más abierto al diálogo. Puede en ello pesar el hecho de ser hijo de
inmigrantes norcoreanos.
Un segundo elemento es Trump, cuyas amenazas no han
caído bien en Corea del Sur donde el ciudadano no ve bien la presencia de
tropas americanas en su territorio. Así mismo, los análisis de The New York
Times, agregan que las últimas sanciones impuestas por Washington han golpeado
a Corea del Norte, donde la escasez la sienten los ciudadanos.
La gran pregunta es
cuánto puede durar este nuevo coqueteo en la península. Si va más allá de los
juegos de Invierno y si este es el paso definitivo para una paz de largo
aliento.
Si ellos en el Oriente
han podido reconciliarse entre misiles y armas nucleares ¿no será que nosotros
en el Catatumbo, Tumaco y los montes de María también podemos?
Escrito por: Ramses Vargas Lamadrid
Comments
Post a Comment