Candidatos: la educación como política de Estado
No puede haber estudiantes de excelencia sin docentes de excelencia y por esto es inaplazable la construcción una política pública para la formación de educadores, que promueva la profesionalización y el aprendizaje continuo.
Desgraciadas ocurrencias‘
(El Tiempo, abril 21, 2017), fue el titular de la columna del maestro Wasserman
en la que describe algunas de las que han sido las políticas en materia de
educación, ciencia y tecnología en las últimas décadas, donde ha prevalecido la
improvisación sobre la reflexión o el conocimiento.
Estas ocurrencias
disfrazadas de buenas ideas las caracterizan la omisión al no considerar la
complejidad de factores que inciden en los problemas de la educación. La
audacia, lo taquillero, lo mediático han estado por encima del análisis
riguroso y holístico que se requiere para reglar estos temas. Cada Gobierno -o
ministro- viene con su carpeta de ocurrencias debajo del brazo.
A propósito del año que
terminó, enfocado en la corrupción rampante y el "patos al agua" en
materia de candidaturas presidenciales reflexionamos sobre lo que planteó
Julián de Zubiría recientemente en este medio, “Si tu candidato no sabe cómo
cambiar la educación, cambia de candidato”, surge la reflexión sobre qué retos
tienen los candidatos frente a la construcción de una política pública para
formar en Colombia una generación de paz y cumplir con el Plan Decenal de
Educación que plantea el perfil del ciudadano colombiano a 2026.
Es fundamental no desistir
de considerar la Educación como prioridad y pilar de desarrollo y progreso para
el país, pues esta es la vía para fortalecer el desarrollo económico a través
de la formación de un capital humano más acorde a las necesidades productivas y
a los desafíos de un entorno que requiere innovadoras respuestas a nuevas
demandas. Una mejor educación, además, contribuye a disminuir el desempleo y la
informalidad, y posibilita una mayor remuneración de los agentes productivos
del país, lo que se refleja en el bienestar de su población y en el crecimiento
de la economía.
De igual forma, tal como
lo manifiesta el Consejo Privado de Competitividad, la educación es clave en el
marco del posconflicto, pues esta es un pilar esencial para lograr una paz
estable y duradera en aquellas zonas azotadas por la violencia y la criminalidad
durante décadas. El acceso, la cobertura, la calidad y la pertinencia de la
educación en esos territorios determinarán en buena medida la generación de
riqueza, la atracción de inversión productiva y la creación del empleo formal
que apalancará su desarrollo en los próximos años.
Estos retos no hay
necesidad de sacarlos debajo de la manga. Ya Colombia está más que
sobrediagnosticada y cuenta con referentes educativos muy bien documentados que
darán pista a los candidatos sobre las prioridades que deben atenderse de forma
planificada y no reactiva.
En primer lugar, se
requiere la construcción de un sistema educativo articulado, participativo,
descentralizado y con mecanismos eficaces de concertación. Es urgente organizar
el sistema educativo en todos sus niveles, de tal manera que estos respondan a
las necesidades propias de los contextos, promuevan la investigación, el
desarrollo de proyectos, la articulación de los niveles, la promoción de los
valores culturales regionales y nacionales y la participación del estado y los
actores sociales (Plan Decenal de Educación-PDE).
Así mismo, como lo
establece el PDE, hay que garantizar, fortalecer y mejorar el sistema educativo
estatal, de modo que asegure, en todos los niveles de formación, accesibilidad,
adaptabilidad, aceptabilidad, permanencia, inclusión de toda la población y,
por ende, la calidad de la educación, brindando las condiciones adecuadas de
financiación e infraestructura.
Pero, además, es menester
trabajar en conjunto con otras carteras para mitigar los factores económicos
que pueden afectar la posibilidad de que los jóvenes completen su educación.
Estrategias integrales para suplir el NBI podrían incrementar su acceso y
permanencia en el sistema hasta culminar la educación media. Sin duda, esto incluye
extirpar de una vez por siempre la corrupción en estrategias como el Programa
de Alimentación Escolar.
Otro aspecto critico es
garantizar la financiación e implementación de la Ley 1804/2016 que convirtió
la estrategia De Cero a Siempre en una política de Estado para establecer el
preescolar integral, fortalecer las competencias y cualificaciones del personal
de las modalidades de educación inicial y su sistema de evaluación, y observar
con detenimiento las condiciones de certificación de los prestadores de
servicios.
El rezago nacional en
medidas internacionales como las pruebas Prisa obliga a fortalecer la educación
primaria, secundaria y media a través del establecimiento de un currículo
nacional con lineamientos generales, pertinentes y flexibles, e incentivar su adopción
por parte de los establecimientos educativos. De igual forma, dar un impulso
más contundente a la implementación de la Ley 1753/2015 que estableció que el
servicio público educativo debe prestarse en jornada única y que su
implementación será gradual hasta el año 2025 en zonas urbanas y hasta 2030 en
zonas rurales.
No puede haber estudiantes
de excelencia sin docentes de excelencia y por esto es inaplazable la
construcción una política pública para la formación de educadores, que promueva
la profesionalización y el aprendizaje continuo.
Ante el imperativo de que
estamos en medio de la cuarta revolución industrial, donde la automatización y
la inteligencia artificial son sus pilares, debemos fortalecer la apropiación
tecnológica a través de procesos de enseñanza y aprendizaje, proveyendo la
infraestructura física y tecnológica a todo el sistema educativo colombiano con
criterios de calidad, transversal a las nuevas tecnologías de la información y
las telecomunicaciones, y generar cobertura educativa.
De igual manera hemos de
implementar el Sistema Nacional de Educación Terciaria (SNET) con la oferta de
programas, en sintonía con la política de desarrollo productivo y avanzar en el
reconocimiento de aprendizajes previos tanto en la educación terciaria como en
la superior.
Candidatos, urge leer y
atender el Acuerdo por lo Superior -2034, que establece lo que requiere el país
para las próximas dos décadas materializando 10 apuestas que condensan los
retos en materia de educación superior. Entre otras, se destaca la Educación
inclusiva, de calidad y pertinencia y la Investigación (ciencia, tecnología e
innovación). En este último ítem debe formularse una política unificada de
Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) para articular los esfuerzos que hacen
los distintos actores y tomar acciones reales para garantizar la destinación de
recursos estimados a la ciencia, producción cultural y artística llegue al
menos el 0,7 por ciento del PIB, y no terminen financiando vías terciarias.
En línea con lo anterior
es urgente reglamentar el Acto Legislativo No 10/2017 que reforma el Sistema
General de Regalías para mejorar la asignación y ejecución de los recursos. La
reducción de los recursos destinados a ciencia, tecnología e innovación,
incluida la innovación social, compiten con la corrupción del país. Y para ser
un país educado y que trasforme sus estructura de desarrollo económico y
tecnológico, es urgente analizar las políticas y recursos de Colciencias, por
el impacto de la investigación en la calidad de la educación superior, el apoyo
en la formación de alto nivel y en el desarrollo e innovación del sector
productivo.
Finalmente, es necesario
que como país desarmemos las palabras y los ánimos en aras de construir un
futuro reconciliado y promisorio, y eso nos exige entre muchas otras cosas,
asumir los compromisos que en materia educativa se establecieron en los
acuerdos de paz.
La hoja de ruta ha sido
suficientemente discutida y diseñada, lo demás serán solo
"ocurrencias".
Escrito por: Ramses Vargas Lamadrid
Publicado originalmente: http://www.semana.com/opinion/articulo/candidatos-la-educacion-como-politica-de-estado/553058
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